Cuando tu mente delira, y ya te duele hasta la cabeza, y dirías que literalmente tienes un vacío en el pecho, pero miras, y todo sigue en su sitio. Son solo delirios. Delirios de amargura. De dolor. De tristeza y dios sabe qué más. Solo necesitas plasmar esos delirios, transformarlos en palabras, y esto no es más que eso, un intento de entender lo que a mí misma me pasa. Solo son palabras de una mente que no hace más que delirar. Es una conclusión a la que se llega, el que bien escribe, menudo lío debe tener en la cabeza. He escrito cada gilipollez, que voy a gastar el "suprimir". Todo lo que pasa por mi cabeza son filosofías extrañas de temas que no alcanzo a comprender. Pasa el tiempo. Tal vez solo necesite a alguien que me abrace. Pero que me abrace de verdad. No quiero uno de esos abrazos de compromiso, o de esos que te calientan el alma. Quiero un abrazo de esos que te transmiten toda la confianza que necesitas. Esos abrazos que dicen que te comprenden. Entonces te gritas a ti misma con rabia "¿por qué lo has hecho? Sigue buscando ese abrazo, sigue buscando a alguien que te saque de aquí, pero no vuelvas a hacerlo, no te hagas más daño". Y te das cuenta de que no es posible, de que hace tiempo que dejaste de buscar abrazos, para empezar a buscar cuchillas. Y de que si quieres salir de esto, vas a tener que hacerlo sola, ser tu propia heroína. Pero el problema, es que yo no soy tan fuerte.
«Ni en otras seis vidas arreglo yo este desastre.»
viernes, 4 de octubre de 2013
miércoles, 2 de octubre de 2013
Perdida en ninguna parte.
Así es como la depresión te golpea, te levantas un día con miedo a vivir. Te das cuenta de que hay mucha gente alrededor, pero que realmente estás sola. Que aunque la gente te quiera, puedes sentirte no querida, y que aunque intenten ayudarte, no pueden entenderlo, y tú no puedes explicarlo. Que todo lo que antes parecía seguro, ahora no es más que un borrón nuboso que no entiendes. Que estás confusa, y no hay nadie que pueda hacer algo por evitarlo. Y que intentes lo que intentes, las cosas no mejoran. Y entonces, es cuando te das cuenta de que estás perdida en ninguna parte, sin luces que iluminen por donde ir, y sin nadie que te acompañe. Sola, con miedo a seguir adelante, y con un único atajo a la salida de esa mierda, que es la muerte.